Ya puedo escuchar el tiempo marchito
en el hielo de tus ojos inolvidables
que se deslizan a través de mí
como si fuera el fantasma pérfido
que cae interminablemente vegetativo
hacia el crepúsculo de la esperanza
y que se dirige taciturno hacia el muladar
único lugar en el que ya es bien recibido
único lugar reconfortante y sentencioso
para seguir desarmándose por la culpa.
Tienes el derecho a destruirme lentamente
pero no me olvides como a una triste carta
pues es en tu pecho que deshoja cada uno de mis gestos
el único lugar donde quiero estar
mas allá del día en que se extinga nuestro plañir.
Dueña del dulzor de todas las miradas
dadora de caminos hacia el plenilunio
te encuentro en cada flor salvaje
en que poso mi mente desesperada
buscando la imagen de tu sonrisa
porque aunque me apague jamás superaré
el hecho de que pisas este mundo
y que alguna vez me amaste
el hecho de que gracias a tu luz
fui alguien que caminó hacia un lugar
pero que imperdonablemente
se le escapó la belleza de las manos
y aquello que jamás soñó tener.
Perdón por enlodar tu camino
por no haber concluido como te merecías
el sueño que ambos soñamos
y ahora con el corazón sucio y pesado
dejo tu sueño en paz
y te digo adiós, pequeña flor de papel
melodía de la luna que nace
regalito de luces en el mar.
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