miércoles, 28 de septiembre de 2011

Parar


Se me ve sobre el tejado
Jugando con el humo
que maldice las estrellas
y date un segundo fuera
si no te recuerdas
dulce y ciego, cuenta
de frio, de odio y de risa
y acabé donde no cambia
cuando la noche se desenredó
cuando comenzó a oler mal
en un ligero trozo de luz
como una visión del infierno
tenue, seca e íntima
en el juego del desesperado
un tiro al vacío y hecha suerte
en la cual no creo
cuando me quemo
el tiempo mudo me escucha.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Juego de piezas en llamas

Juego de piezas en llamas
en una habitación malditamente podrida
con el sol que cae como lágrimas de gato
buscando el claroscuro de mi mente
muerto de hambre con la cama hecha polvo
con un piano que se descompone
y la calle que se quiebra al abrir los ojos
música visionaria del infierno
aplastado por mis ladridos incesantes
discúlpame por no quererme
discúlpame por maldecirme y maldecirte mil veces
bajo el temblor de mi cuerpo llano.

Juego al miedo en mis sueños
frío, errante, sin piernas ni caricias
paso a paso moribundo
tuve la visión
perdí mi único trozo de cielo
escondí la última carta
para jamás utilizarla
hasta el paso de la muerte
bajo la niebla de un cigarrillo interminable
con la sangre hirviendo hasta los sesos
ya no pudo ser de otra manera
y veo al hombre
que se hace niño y culpable
vago y sin presente
a la orilla del mar que me llama
como en un Rembrandt que duele e ilumina
al borde de tu sonrisa que se extingue.

La vela da para un par de horas más
mientras veo fugarse la suerte que no encontré
y la botella no durará mucho más
es una pena tener tantas melodías olvidadas
pues moriré en la espera de entregártelas
pues los lobos no pueden estar demasiado tiempo solos
enloquecen siguiendo su sombra.

Espera

En este atardecer de invierno,
con el sol evaporando las gotas de lluvia en mi ventana
anhelo tu sonrisa placida y frágil
que en este momento se dibuja en mi memoria
porque duro ha sido perderte y buscarte
entre callejones fríos y desconocidos
entre preguntas insomnes de noches interminables
con mi almohada empapada, con mis oídos mojados,
desesperado, miserable arrepentido desde siempre.
En esta tarde solitaria, con las nubes anaranjadas e inmensas,
te extraño, y no por estar solo,
te extraño porque floto en este abismo que me observa
mientras la rabia me inunda,
pues si tan solo las palabras no fuesen lo que son,
si las palabras cayeran en este abismo conmigo
y se tornaran flores y caricias
quizás podría al menos dejar de llorar y descansar en ellas,
porque mi cama sin tus palabras
ha perdido su función de reposo reconfortante
y solo es un martirio interminable.
Cada día comprendiendo más tus motivos menos me comprendo a mi mismo,
sintiendo golpes en las paredes, en mí pecho, temblores en mi colchón,
y al final te escribo para aliviarme un poco,
porque es menos inútil que quedarme en cama pensando en ti
o mortificándome  con canciones llenas de recuerdos
a veces nostálgicos, a veces amargos,
o esperando a que suene el teléfono
y tu voz detrás diciéndome una hora y un lugar,
y es que cada día se me hace desesperante esperar hasta mañana,
y es que cada día te veo pasear por mi habitación
o te siento respirar a mi lado y diciéndome te amo.

Búsqueda

Caligrafía de la luz de un sol extinto en mis ojos
Que se renueva cada vez que pestañeo en forma de dolor
Como la figura de un suelo quebrado y moribundo de añejos coros
Sucumbiendo a la caída de una sombra que se desvanece sin sabor.

Duro fue el viaje de mis potros volcados hacia el viento
Que apagaron los susurros desesperados hacia los confines de mi agonía
Caminos, huellas, búsqueda de la tormenta
Y la permanencia de un luto que se absuelve de todo gusto por la abierta herida.

Donde cae la voz estridente de un condenado
Donde juegan los ecos de cada abrazo
Como un fulminante llanto que revienta entre las uñas
Ahí se deshace cada gracia de mi sonrisa de cuervo dañado.

Hacia donde te escondes pequeña languidez de cenizas danzantes
Lluvia asfixiante de remotos horizontes  
Si entre mis manos te tuviera sin que me decapitara mi corteza
Bajaría entre las dunas hasta enterrarme entre la luz de tu cuerpo y la de la luna.

Adios

Ya puedo escuchar el tiempo marchito
en el hielo de tus ojos inolvidables
que se deslizan a través de mí
como si fuera el fantasma pérfido
que cae interminablemente vegetativo
hacia el crepúsculo de la esperanza
y que se dirige taciturno hacia el muladar
único lugar en el que ya es bien recibido
único lugar reconfortante y sentencioso
para seguir desarmándose por la culpa.

Tienes el derecho a destruirme lentamente
pero no me olvides como a una triste carta
pues es en tu pecho que deshoja cada uno de mis gestos    
el único lugar donde quiero estar
mas allá del día en que se extinga nuestro plañir.

Dueña del dulzor de todas las miradas
dadora de caminos hacia el plenilunio
te encuentro en cada flor salvaje
en que poso mi mente desesperada
buscando la imagen de tu sonrisa
porque aunque me apague jamás superaré
el hecho de que pisas este mundo
y que alguna vez me amaste
el hecho de que gracias a tu luz
fui alguien que caminó hacia un lugar
pero que imperdonablemente
se le escapó la belleza de las manos
y aquello que jamás soñó tener.

Perdón por enlodar tu camino
por no haber concluido como te merecías
el sueño que ambos soñamos
y ahora con el corazón sucio y pesado
dejo tu sueño en paz
y te digo adiós, pequeña flor de papel
melodía de la luna que nace
regalito de luces en el mar.