Despertar y percibir como esencial todo lo que se
transfigura, aquello que nos lleva a correr bajo las sombras de los árboles
junto a la estación, la realidad sostenida en la maleabilidad del amor y de los
sueños. He aprendido junto a ti a jugar con el viento, como una hoja, como una
pluma que va a posarse en las palabras impregnando los colores de una extraña
divinidad. Hoy es un día nuevo y de alcances horizontales, infinitos, hoy navegamos
y no pienso en luchar contra el juego de las olas y sus profundos suspiros, me
quedo aquí sentado evocando tranquilamente la tarde en tus ojos, en tus labios
y en el sonido del tiempo que se detiene.
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